MARTÍN OLMOS MEDINA

Langosta a la ginebra con guarnición de plomo

In Los raros on 31 de agosto de 2015 at 21:16

ILUSTRACION DE MARTIN OLMOS

Grady Stiles tenía pinzas en vez de manos, mató a su futuro yerno y murió de tres tiros en la cabeza.

“Soy el hombre sin brazos del circo”

JAVIER GURRUCHAGA

 

La Mujer Electrificada se casó con el Hombre Langosta, que tenía la índole torcida y las curdas beligerantes, y como recibió perra vida le abandonó y se casó con el Enano Humano, pero le pareció poco (es un juego de palabras). La Mujer Electrificada plantó al Enano Humano y volvió con el Hombre Langosta, que la deslomó a palos y le dio un Niño Langosta y una niña del montón. Al Hombre Langosta le gustaba, no necesariamente por este orden, soplar ginebra Seagram´s, usar sus pinzas de crustáceo como arietes sexuales, los pitillos Pall Mall sin filtro y amargar la vida a los cercanos. Por lo demás, había matado al novio de su hija. La Mujer Electrificada se cansó de que el Hombre Langosta la intentase asfixiar con una almohada y de que le amenazase poniéndole la hoja de un cuchillo de cocina al pelo de la garganta y le dio mil quinientos machacantes a un menda de diecisiete años para que le pegase tres tiros. El chaval se llamaba Chris Wyant y tenía un tatuaje de un león en el hombro izquierdo, una imperiosa necesidad de mil quinientos pavos y ninguna previsión de las consecuencias. Chris Wyant entró en la caravana del Hombre Langosta y le sorprendió en calzoncillos, viendo una película por la tele, fumando Pall Malls sin filtro y honrando su segundo latigazo doble de Seagram´s y le pegó tres tiros en la cabeza. No se encontró ni a una sola persona que se ofreciese a cargar el ataúd del Hombre Langosta porque era un miserable hijo de puta.

Los monstruos no existían cuando no había piedad y la naturaleza hacía su trabajo e imponía su inexorable selección. En el cuento “La ley de la vida”, de Jack London, el viejo Koskoosh es abandonado en la nevada con un puño de astillas para hacer lumbre porque ya no puede seguir el viaje de la tribu y cuando se consume la última escoria de su hoguera intuye los hocicos fríos de los lobos con resignación. Los hombres fuimos derivando hacia la piedad (que vino del excedente alimenticio y del usufructo) y dejamos vivir a los viejos que no podían seguir el viaje de la tribu para darles una esquina y la invisibilidad y dejamos vivir a los monstruos a los que la naturaleza incapacitó para procurarse pero les dimos a cambio el circo para ir a verlos cuando tenemos un mal día y practicar la compasión. La compasión es el tío que es más tonto que nosotros y nos admira del que hablaba Boileau y es un ejercicio de vanidad que queda muy lejos de la misericordia. La compasión se practica las mañanas de los domingos o cuando no tenemos otra cosa mejor que hacer. A los monstruos les toca la farándula y el circo y a los demás nos toca el asombro, pasar por caja y darles nuestra compasión bendita, que una vez derramada nos inclina a un sueño sereno. Los monstruos le gustaban al Bosco, a Tod Browning y a Fellini y le gustan a Javier Gurruchaga y le gustan a usted, sombrío pecador, porque le sirven para mirarlos comparativamente y hacerse la ilusión de que su vida no es tan perra. De la exhibición de los monstruos hicieron industria Tom Norman y Phineas Barnum, charlatanes que provenían del trile. Norman enseñó al Hombre Elefante Joseph Merryck y Barnum al enano Tom Thumb, el General Más Pequeño del Mundo, que llegó a bailar delante del presidente Lincoln. Desde entonces hasta los lanzamientos de enanos en las tascas de Australia hemos tenido a mano monstruos para que nos consuelen; pasen y vean a los errores de Dios y dejen la pasta en el sombrero.

Vean para alimentar su vanidad a Sara Baartman, la Venus Hotentote, y su culo excesivo producto de la esteatopigia cuyos genitales se enseñaron disecados en el Museo del Hombre de París hasta que Nelson Mandela los recuperó para enterrarlos a la orilla del río Gamtoos, en Puerto Isabel. Vean a Ella Harper, la Mujer Camello, que podía doblar sus rodillas hacia atrás, y al gitano portugués Juan Baptista dos Santos, que tenía tres piernas y dos penes operativos que se ponían firmes a la vez. Juan Baptista dos Santos, artillero de dos pistolas, tuvo amoríos durante una gira por Francia con la mulata Blanche Dumas, que tenía dos vaginas y se dedicaba al oficio adelantándose a las ofertas de dos por el precio de uno. Vean a Unzie el Albino y a Isaac Sprague, el Hombre Esqueleto, que pesaba veinte kilos. Vean al pobre Schlitzie Surtees, que sufrió de microcefalia y entendió la vida a través del cerebro de un niño de tres años y, sin embargo, fue feliz en el circo y aprendió a contar hasta diez.

Vean al Hombre Langosta, el desgraciado hijo de puta que mató al novio de su hija y era un borrachuzo inmundo de ginebra Seagram´s que apoyaba los trinchantes de cocina sobre el pescuezo de la Mujer Electrificada y fue tan miserable que nadie quiso cargarle en su funeral. Grady Stiles contradijo el cuento de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont que sostiene que la belleza de la Bestia está en el interior y se dedicó toda su vida a enseñarse igual de feo por dentro que por fuera. Grady Stiles nació el 18 de julio de 1937 en Pittsburgh y provenía de una estirpe de langostas. Antes que él, su abuelo y su padre sufrieron de ectrodactilia, una enfermedad que se manifiesta en la ausencia de dedos completos en las extremidades que hacen que las manos y los pies parezcan pinzas de langosta. Grady Stiles tenía las manos de crustáceo, fuertes como dos tenazas, y las piernas le acababan en las rodillas, de modo que no podía andar y se conducía sobre un carro de ruedas y apoyándose sobre los brazos, que se le pusieron pelotudos. Stiles se dedicó al circo y a la violencia doméstica, a la ginebra y a esconder su índole detrás de la desgracia para cobrar en capital deGRADY STILES compasión. Grady tenía éxito en la feria porque parecía un mutante de los tebeos de la Marvel con sus brazos musculosos terminados en pinzas de bogavante pero era un putero priápico que hacía espeleología con ellas dentro de las simas de las rameras. Grady se casó tres veces con dos mujeres: una vez con Barbara Browning y dos con Theresa Herzog, la Mujer Electrificada, que provenía del circo en donde tenía un número en el que la electrocutaban y la metían en una caja en la que le clavaban sables. Grady tuvo cuatro hijos, dos de ellos con pinzas y dos del montón y a todos les dio palizas de campeonato por el medio de bascular sobre sus brazos y zurrarles con la cabeza. Theresa Herzog, la Mujer Electrificada se separó de él cansada de recibir y se lió con un enano (con el que tuvo un hijo llamado Glenn Newman que tuvo un número en el que se presentaba como el Tonto Humano y clavaba un clavo con la nariz), pero volvió a Grady y pusieron caravana en Gibsonton, en Florida, donde pasaban el invierno de temporada baja los feriantes y era una comunidad adaptada para los artistas que tenía la única oficina de correos del país con cancelas adaptadas para los enanos. Donna, una de sus hijas del montón, se echó novio y puso fecha de casamiento sin el consentimiento de su padre y el Hombre Langosta se las arregló para matar a su futuro yerno de un tiro de escopeta. Fue juzgado y le dieron quince años de libertad provisional porque no encontraron ningún presidio adaptado a su naturaleza peculiar. Grady se creyó poderoso porque manejaba su desgracia para cobrar en misericordia y expandió su brutalidad. Instauró el miedo en su caravana hasta que la Mujer Electrificada le ofreció a Chris Wyant mil quinientos machacantes por volarle la cabeza a su marido. Wyant le compró a su colega Dennis Cowell una pistola Colt del 32 y en la tarde del 29 de noviembre de 1992 entró en la caravana del Hombre Langosta y le sorprendió soplando en calzoncillos y viendo por la tele la película “Ruby”, en la que Danny Aiello hacía del asesino de Lee Harvey Oswald. Los vecinos escucharon los tres disparos pero pensaron que provenían de la tele. Grady Stiles la diñó en el sofá como un centollo boca arriba y a Chris Wyant le metieron 27 años por asesinato en segundo grado y a Dennis Cowell tres por venderle la pipa. A la Mujer Electrificada y a su hijo, el Tonto Humano, les condenaron por conspiración para asesinar y ningún vecino prestó su hombro para llevar al miserable Hombre Langosta a su tumba en el cementerio de Tampa, sobre la que alguien tuvo la presencia de ánimo de esculpir al relieve dos manos humanas unidas en actitud de rezar.

MARTÍN OLMOS

  1. Muy buenas señor Olmos, enhorabuena por el premio Euskadi y por cada una de sus «crónicas en negro». Ayer estuvimos leyendo y comentando unas cuantas en el taller de literatura al que asisto y la opinión fue unánime: «genial»

    Sigue así, es un placer leerte y al conocer tu blog, no he podido evitar felicitarte y saludarte, un saludo de viejo compañero de turnos viendo pasar briks de leche. Un abrazo

    Aitor S.F.

    Pd: Aun sigue vivo el sacapuntas de Homer que me regalaste

  2. Voy a mirar las diferencias entre compasión y misericordia, sin duda, leer al señor Olmos ejercita mucho la cabeza. Yo pienso que todos somos raros. Las peculiaridades físicas no se debieran llevar al circo.En mi opinión se debe ayudar a estas personas de otra manera, no hacerles creer jamás en lo que este hombre se convirtió.

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