A la Hormiga Spilotro le interpretó Joe Pesci en “Casino” sin tener que exagerar mucho
“Tony Spilotro es un pedazo de mierda sin clase y con muchas agallas que hay que arrancarle”
JOE BONANNO. Alias Joe Bananas
Tony Spilotro. Alias la Hormiga. Un puto enano cabrón. Poco más de metro y medio de mala leche pura y genuina. Pelotas grávidas. Un desconocimiento absoluto del miedo. Brillo paranoico en los ojos. Violencia penetral. Cierto exhibicionismo de macarra de billar. Ni un atisbo de compasión. Un menda duro que te cagas. Medio tío de una pieza. No obstante, admiraba el valor de sus semejantes. Ejemplo: Billy McCarthy y Jimmy Miraglia, dos atracadores de gasolineras, montaron una bronca con los hermanos Philly y Ronnie Scalvo y los mataron a tiros. La Organización de Chicago no había autorizado la ejecución. A la Organización no le gustaba que alguien se soltase un cuesco sin su consentimiento. Los hermanos Scalvo orbitaban en el ámbito de la Organización. La Organización sabía que Billy McCarthy estaba en el ajo. La Organización le encargó el mandao a Spilotro. Spilotro era un novicio que pedía vía. Había andado a cuchilladas con los negros en la avenida Ogden. Se apostaba cinco pavos con los gachós más grandes a que no le podían tumbar a puñetazos. Tenía hambre de demostrar que era un tío. Spilotro pescó a McCarthy en el Chicken House de Chicago. Spilotro y dos mendas más llevaron a McCarthy a un taller. Los mendas eran Phil Alderisio y Chuckie Nicoletti. En el taller le dieron martirio. Le zurraron una paliza y le provocaron meadas de sangre a patadas. Le preguntaron quién le acompañó en el tiroteo de los Scalvo. McCarthy no dijo ni pío. Le clavaron un punzón de hielo en los testículos. McCarthy no dijo ni pío. Spilotro le metió la cabeza en un torno de banco. Atornilló la quijada movible hasta que los ojos se le saltaron de las órbitas como dos corchos de champán. Plop, plop. McCarthy cantó. Qué remedio. Les dijo el nombre de su compinche. Spilotro dijo: qué cojones los de Chuckie Nicoletti, cuando se le salieron los ojos a Billy no dejó de comer pasta. A Billy McCarthy y a Jimmy Miraglia les encontraron fiambres una semana después dentro del maletero de un buga. Eran los setenta. Se separaron los Beatles. La Hormiga empezó a medrar. Tony Spilotro era vesánico y brutal como un perro con rabia. Dios le creó para la jungla.
Picahielos
Tony Spilotro recogió la vendimia de mérito por lo de McCarthy y Miraglia. La mafia le era consustancial. Su padre Pasquale era un espagueti de Puglia. Regentaba el Patsy´s en la esquina de Ogden con Grant. El Patsy´s: especialidad en albóndigas. Parroquia: Tony Accardo, alias el Gran Atún; Sam Giancana, alias Sam el Cigarro; Joseph Aiuppa, alias Joey el Palomas; Paul Ricca, alias el Camarero. Barandas de Chicago. Los que cortaban la tajada. Firmaban sentencias de muerte en el aparcamiento. Tony Spilotro empezó a trabajar para la Organización mandando una banda de chorizos. Tony Spilotro tenía juicio para los diamantes. Se asoció con Sam DeEstefano el Loco, la fuerza de choque de Sam Giancana. El hambre y las ganas de comer. Algunas consideraciones sobre Sam el Loco: 1969, un menda llamado Peter Capelleti le intentó apiolar. Sam el Loco le secuestró, le ató a un radiador y le torturó con un picahielos durante tres días. Después obligó a su familia a mearle encima. Le remató a tiros. Sam el Loco comparecía en los juzgados en pijama y gritando a través de un megáfono. Sam el Loco mató a su propio hermano. Sam el Loco y Tony Spilotro apiolaron a un prestamista llamado Leo Foreman: le rompieron las rodillas con una maza y le clavaron el siniestro picahielos veinte veces. Sam Giancana el Cigarro se aburrió de los histrionismos de Sam el Loco. Le encargó el mandao a Spilotro. Spilotro le pegó dos tiros en el garaje de su casa del West Side. Sam Giancana el Cigarro necesitaba un hombre en Las Vegas para las siguientes funciones: que las furcias pusiesen su montante; que los croupiers no tuviesen pegamento en los dedos; cuidar de que las comisiones llegasen a Chicago; guardarle la espalda a Frank Rosenthal el Zurdo, el genio de las apuestas deportivas. Necesitaba un tío que manejase la violencia. Spilotro manejaba la violencia. Era el enano que no le tenía miedo a nada. Tony Spilotro, su mujer Nancy y su hijo Vincent, de cuatro años, se instalaron en la avenida Balfour de Las Vegas en 1971. Durante ese año Spilotro acudió a los partidos de su chaval en la escuela católica Obispo Gorman y Nancy se apuntó a la asociación de padres.
Dios les creó para la jungla. 1972. Algunas consideraciones sobre Nancy Spilotro: una vez se entrompó con unos motoristas de los Ángeles del Infierno y se puso a bailar descalza sobre la barra de uno de sus garitos. Tony Spilotro, su hermano Michael y algunos de sus mendas llegaron cuando la estaban regando con whisky. Los Ángeles del Infierno: mugre, melenas y tatuajes rúnicos. Spilotro y sus mendas les machacaron a hostias, les dieron de cuchilladas y a algunos les cortaron varios dedos. Después les quemaron las burras y el garito. Nancy Spilotro: rubia de chamba. Descarada. Un poco puta. Se moría por los diamantes. La cogieron conduciendo curda por el Strip. Las Vegas en los setenta era un territorio libre. Cualquier familia del país podía hacer un negocio o dos en la ciudad. Nadie quería fiambres en los maleteros. Nadie quería el estilo de Chicago. Nadie quería espantar a los turistas. Todos querían primos vestidos de Elvis dejándose los chavos en las ruletas. Tony Spilotro se trajo de Chicago a los mendas y Las Vegas volvió a ser territorio vaquero. Impuso un impuesto callejero a los corredores de apuestas, a los chulos, a los prestamistas y a los traficantes de droga. Jerr Dellman, un corredor, dijo que quería que las cosas fuesen como antes. A Jerr Dellmann le mataron a tiros en un garaje. Spilotro organizó la Banda del Agujero en la Pared y mangó por butrón en las joyerías. Puso una tienda de quincalla que se llamaba La Quimera del Oro en la que pulía el consumao. Los jefes de Chicago se pusieron nerviosos. Los pasmas atosigaron a Spilotro. Le jodieron hasta por aparcar mal. Le prohibieron entrar en los casinos. Le pusieron micrófonos en el retrete. En los cinco primeros años del reinado de la Hormiga en Las Vegas se produjeron más asesinatos que en los veinticinco anteriores. La Hormiga Spilotro se folló a la mujer de Rosenthal el Zurdo, Geri McGee. Algunas consideraciones sobre Geri McGee: rubia de chamba. Descarada. Un poco puta. Les sacaba fichas a los primos. Se ponía de coca. Iba de vuelta pero seguía enamorada de un chulo de tercera al que conoció en el instituto de Dios Sabe Donde. Spilotro amenazó a un poli. Le calculaban unos quince asesinatos. Los barandas de Chicago estaban hasta el culo. Los barandas de Chicago decían: el Enano se folla a la parienta de El Zurdo; el Enano invade territorios acotados; el Enano roba a los turistas; el Enano amenaza a los pasmas; el Enano despista las ganancias del casino Stardust. Algunos de sus mendas sucumbieron a la presión y se arrimaron a la bofia. Se pusieron charlatanes. Los barandas de Chicago se pusieron ne-ne-ne-nerviosos. La Organización formó una comisión. Joseph Aiuppa, alias Joey el Palomas, encendió la luz verde.
Junio de 1986. Joe Ferriola, alias Mister Limpio, jefe interino de la familia de Chicago, llamó por teléfono a Tony Spilotro y a su hermano Michael para emplazarles a una reunión. A Joey el Palomas le habían metido en el trullo. Tony Spilotro concluyó que le iban a hacer jefe de la familia de Chicago. Michael Spilotro le dijo a su mujer que si tardaban más de un par de días es que las cosas se habían complicado mucho. Un maizal al lado de la ciudad de Enos, en el condado de Newton, Indiana. A Tony Spilotro no le hicieron baranda. Cuando aparecieron tíos con bates de béisbol comprendió. A Michael le zumbaron primero y le dejaron ciego a palos. Tony pidió decir una oración. Les rompieron los huesos a golpes. Michael lloró. Les enterraron vivos echándoles tierra en un hoyo con una excavadora. Estaban hechos mierda cuando los encontraron. Les tuvo que identificar su hermano Pasquallino por las prótesis dentales. Pasquallino Spilotro era el único hermano honrado de la familia. Todo lo honrado que puede ser un dentista, en realidad. La oficina del Sheriff del condado de Newton sufragó los gastos del forense vendiendo camisetas estampadas con el lema: “Hermanos Spilotro. Compañía de Fertilizantes”.
MARTÍN OLMOS